lunes, 16 de abril de 2012

It's not a reason...

Me preguntan porqué soy pagano. (Y sí, lo digo con orgullo.) Y es difícil  contestar. Sobre todo, porque la respuesta no se parece ni a lo que esperan quienes no me conocen, ni (menos) a lo que esperan quienes me conocen. La respuesta es compleja.

De entrada, los dos (quienes me conocen y quienes no lo hacen) esperarían, por diferentes motivos en cada caso, una "razón" (que desde que decimos las palabras "fe" y "creencia", ya se salió del edificio). Así que no, la primera respuesta no es una razón, son sentimientos. Muchos.

El primero de ellos fue de abandono; de entender que el cristianismo que conocía no respondía a mis necesidades ni permitía que yo incluyera en mi vida a quienes quería incluir, que no toleraba ni mi música, ni mi ropa, ni mis tatuajes ni a mí. Que no toleraba, punto.

El segundo fue de carencia. De darme cuenta que el cristianismo no fomentaba abrazar un árbol, ni alzar las manos al cielo espontáneamente en señal de agradecimiento porque simplemente eso era lo que me nacía hacer en el momento, ni admitía que se hicieran ofrendas virtiendo miel sobre la tierra vacía, ni mucho menos que se bailara al orar. En cambio, exigía rezos calendarizados y repetitivos, y para todo lo que presumía de tener un dios vivo, pretendía que me relacionara con él en el mejor de los casos, como con un jefe de oficina (a regaños dados por medio de sus delegados, manteniendo una relación basada en un horario y en la expectativa de una recompensa futura, en vez de una relación nacida de la convicción profunda de que de su mano, estaba el camino a mi felicidad). No debería sorprendernos el triunfo del cristianismo en el mundo postmoderno. Es la religión perfecta para un Godínez. Mis dioses, que pueden morir, me hablan. En truenos y lluvias, en llamas y suspiros, en atardeceres, en hambre, en deseo, mi relación con mi propio cuerpo, con la naturaleza y con las fuerzas sagradas que los hacen posibles, es más viva que la de la mayoría de los cristianos que conozco. Yo puedo conversar con ellos. Puedo hacerles regalos materiales vertiéndolos sobre la tierra, sin preocuparme de la responsabilidad que engendre para mí como donador el uso que sus "delegados" hagan de ellos.

Un cristiano no puede caer de rodillas en un bosque a dar gracias por la vista, ni puede considerar que el estar sentado alrededor de una fogata contando historias, brindando (¡¡¡con ALCOHOL!!! *se santigua* :) )  y expresándose cariño (o incluso amor físico) sea una celebración religiosa. Nosotros también tenemos espacios para la reflexión y la meditación (cualquier <i>vitki</i> que haya entrado en trance, o cualquiera que haya tenido una visión, lo sabe bien) pero como somos conscientes de que no todo en la vida es reflexión, nuestra oración no se limita a una actividad del intelecto o del "espíritu". Siendo el hombre un todo, el pagano, en su oración, da todo de sí mismo, acercándose a los arquetipos de sus dioses cuando realiza diferentes actividades. El ejercicio es un don para Thor, y el sudor que cae a la tierra es mi regalo de agradecimiento por las endorfinas que los Dioses han querido que se liberen en mi cuerpo. El sexo es un don para Freyr y Freyja, y en los momentos de máxima exaltación, los recuerdo a ellos al tiempo que disfruto a mi pareja. El estudio (en mi caso) es un momento para Odín, y me esfuerzo en contemplar el proyecto de la maestría con la misma asiduidad, sacrificio y entereza de propósito con la que Odín contemplaba las runas mientras pasó nueve días suspendido del Yggdrassil, según nos cuenta el Hávamal. Y quien haya hecho una buena broma que lo haya hecho reír hasta que el vientre duela ya sabe rezarle a Loki.

El cristianismo ha pretendido recubrir eso que nuestros padres sabían, y que parecemos haber olvidado (a saber: que todo es de los Dioses, y a ellos vuelve) con "argumentos" que se acumulan como paja: En sí mismos son delgados y endebles, pero cúbrelo con kilos y kilos de ellos, y sepultarás esta verdad hasta el punto en el que no será posible sacarla de esa montaña de paja tan limpia como entró.

El tercer gran sentimiento, cuando redescubrí esas antiguas historias que siempre estuvieron escondidas en plena vista,  murmurándome detrás de Tolkien y de muchas otras fuentes, fue de pertenencia. Entre más investigaba de los mitos, más me identificaba con los arquetipos y quería a esos Dioses -a todos y a cada uno de ellos- para mí. En ellos, encontré el lago de hielo donde hoy por hoy, estos huesos quieren descansar cuando sean viejos. Lo que santificará mi tumba será el paso de la aurora boreal.

Con este sentimiento, vino una ola de reflexiones sobre cómo los propios cristianos han contribuido a construir la "cultura de la muerte" de la que tanto se duelen:

El cristiano promedio vive en una ciudad, y nunca ha visto sacrificar a los animales que se come. No tiene elementos para entender lo que cuesta al mundo el mantenerlo vivo. Sus entierros, con casquete cerrado e incinerando, sólo permitiendo que unos pocos miembros de la familia depositen las urnas en una práctica cajita que permite que las iglesias sean más pequeñas por no requerir tanto espacio para criptas, no ayudan a asumir la naturalidad de la muerte, ni fomentan que los deudos distintos de la familia inmediata cierren ciclos. Estar en un entierro pagano, en cambio, y ver la tierra caer sobre un cuerpo sin féretro -¿para qué? - permite dejar ir todo lo que se quedó atorado; tomar un puño de tierra y verterlo sobre el cadáver hace parte activa al deudo. La eulogía no espera al final de la noche, cuando ya todos se quieren ir, sino que constantemente se recuerdan las historias del fallecido, a quien se celebra por lo que haya hecho de honorable. Si muero pagano, quiero que se me entierre pagano, y por acá, donde hace frío.

Soy de mis Dioses. Me empecino en serlo. Los llevo tatuados en mi piel. Si eso me cierra puertas entre los cristianos, que así sea. Ellos tienen las mías abiertas -y los cercanos lo saben- por lo que no veo porqué tenga que repetirse la historia de San Olaf. Pero si se repite, no será la primera vez. Los paganos, los de antes y los de ahora, ya sabemos dejar huellas de nuestra desaparición para reencontrarnos y reconstruirnos después. La persecución no es algo que nos espante.

Cuando me preguntan porqué soy pagano o qué significa para mí, tengo que responder con cosas que para un cristiano nada tienen que ver con Dios o dioses, pero que en realidad, están en la esencia de una verdadera religión como: "¿Has estado en una tormenta cuando cae un rayo cerca y escuchado cómo, por unos segundos, todo se congela? ¿Como si la naturaleza misma no supiera qué contestar? Esa es la fuerza de Thor haciéndose patente. El que no la ha visto, no la entiende; el que ya la ha visto no la explica."
"

 

jueves, 12 de abril de 2012

Filosofía "Orgiástica"

<i> A solicitud de mi buen amigo @Daylightdemon, rebloggeo esta con su permiso. No conozco al autor del consejo original. Para ver la fuente, métanse a su blog en http://www.teatrodilbuio.blogspot.com/ </i>

La actitud de los hombres y las mujeres ante la vida, puede resumirse tomando como analogía su actitud hacia el acto sexual.

Los hombres, dominados por una cultura machista que se obsesiona con los logros y las conquistas, resumen su vida en conquistas, y su vida sexual en número de clímax alcanzados; el único objetivo es, en la vida, el logro de las metas propuestas, y en las relaciones, la eyaculación.

Las mujeres, en cambio, por diversas razones, han descubierto o aprendido que la importancia no radica en el logro de una meta, que es satisfactoria, pero que al final es artificial, sino en el disfrute (y aprendizaje) del proceso. Para las mujeres, el orgasmo es algo que a lo mejor llega, a lo mejor no; pero no les impedirá disfrutar de la relación en sí misma.

Entonces, dirían los sabios nipones, las preguntas que debemos hacernos cuando estamos viviendo un proceso de mucha inversión emocional, no es si logramos la meta que nos propusimos (porque la realidad es que NADIE tiene un promedio de bateo, o de orgasmos, del 100%), sino en primer lugar, si hicimos lo que quisimos; en segunda, si disfrutamos el proceso, y en tercera, si nos quedamos con algo o aprendimos algo. Porque al final, la vida está hecha de experiencias. No de metas. Ni de orgasmos. :p

jueves, 5 de abril de 2012

Carta a mis amigos cristianos

Huixquilucan, Edo. Mex. a 5 de abril de 2012.

Estimados todos,

Primero que nada –y aunque no comparta su júbilo- felicidades; hoy para ustedes es Jueves Santo y eso significa que es el día en que se crean el sacerdocio y la comunión, además de que se preparan para acompañar a su Cristo en el sufrimiento que lo preparó para la felicidad eterna. (Volveré al tema del sufrimiento después).

El propósito de esta carta es doble: En primer lugar, quiero darles un abrazo y decirles que aunque no compartamos creencias, sigo siendo yo, su amigo, al que conocen de hace tiempo, con los chistes impertinentes, los exabruptos gráficos, la discusión constante, pero sobre todo, las buenas intenciones, los mejores deseos hacia ustedes en lo personal, y un enorme agradecimiento porque me han acompañado todos estos años en lo que ha sido un proceso de crecimiento personal en todos los campos. En segundo lugar (y aquí es donde desafortunadamente, temo que algunos me nieguen el abrazo o ya no me lo den con el mismo entusiasmo después de lo que voy a decir), es para decirles que ya no soy, no puedo seguir “jugando” a ser, cristiano.

Si bien voy a explicar algunos de mis motivos para que nos entendamos mejor, les pido de favor que no traten de “convertirme”, argumentarme o discutirme. Mi intención se limita a darles a conocer mis creencias personales en señal de confianza, y no a “atacar” la fe de nadie. No le pido a nadie que cambie lo que cree. Si alguien se siente ofendido porque yo exponga creencias distintas, por locas o disparatadas que suenen, le pido de favor que deje de leer; esta carta no busca molestar a nadie. Si siguen leyendo, les pido que lejos de tratar de disuadirme, me apoyen en mi camino –como saben que yo los apoyaré en el suyo– y cuando se acuerden, recen por mí, como yo los tengo presentes en mis blóts.

Quiero decirles que aunque a algunos inclusive los he conocido a través de actividades religiosas, yo no pienso permitir que este cambio, que es muy personal, se interponga entre ustedes y yo, y confío, aunque esa es decisión de ustedes, que las cosas seguirán igual. Quiero decirles especialmente a las personas a las que les he promedito cosas en contextos religiosos, que mis promesas no han cambiado; y que aunque ya no pueda estar de acuerdo con algunas de las cosas que prometí, haré mi mejor esfuerzo por cumplirlas, porque le doy valor a mi palabra y a su amistad. Esto último va especialmente para mis ahijados y mi familia.

La decisión fue un proceso de varios meses, tomado en la mejor época de mi vida, y después de una reflexión concienzuda y algo de investigación.

Las razones de este cambio son muchas, aunque algunas van relacionadas entre sí. Habría que empezar por el principio: Ya me conocen. Soy medio “radical”. Me cuesta mucho trabajo aceptar cosas que considero “medias tintas” dentro de la moral cristiana en general. He tenido la oportunidad de conocer a personas que pueden hacerlo; decir “soy católico, peeeeero…” y vivir según su recta conciencia. Yo no he podido.
Sobre todo, no puedo en conciencia aceptar la infalibilidad de una institución que ha demostrado en reiteradas ocasiones, históricas y actuales, lo contrario. Por ejemplo, (i) en la condena unilateral y sin matices a conductas sexuales –desde la masturbación hasta la homosexualidad – en contra de toda la evidencia biológica y psicológica que pareciera indicar que estas situaciones son sanas con moderación (y en algunos casos, son de origen biológico, y por tanto, irremediables y en cualquier caso no atacables desde un punto de vista moral, al no haber culpa); (ii) en el uso especioso y convenenciero de la separación Iglesia – Estado, que reaparece en el discurso eclesial cuando se trata de la defensa (muy loable) de ciertas libertades religiosas, pero desaparece cada vez que un gobierno, como institución autónoma que es, pretende aprobar leyes que no son del agrado del sínodo de obispos en turno; y (iii) sobre todo y especialmente, del uso del poder de convocatoria de la Iglesia para actos distintos a los estrictamente religiosos, como lo es el acarrear a personas –laicos-  a eventos de protesta que logran poco más que molestar, o la protección de determinadas personas o intereses. La que era mi Iglesia dejó de ser para mí la fuente de iluminación y consuelo que estaba llamada a ser, para convertirse, en el mejor de los casos, en una organización tan mitotera como nuestros peores partidos de izquierda, y en el peor, en una encubridora de pederastas, con tal de mantener un celibato que no le ha hecho ningún bien a nadie.

Algunos me dirán que están de acuerdo con todas o algunas de estas ideas, y que ellos pueden ser cristianos con todo y –o a pesar de- ello. ¡De verdad, los felicito y les deseo de todo corazón que sigan adelante y sean ejemplo para muchos! Yo, en cambio, no pude. Y les consta que lo intenté.

Debo aclarar, también, que no estoy cerrado a la posibilidad de regresar el día de mañana. Mi espiritualidad me exige continuar por el camino que tengo enfrente hasta en tanto no descubra que el correcto es otro.

Ahora bien: Si no cristiano, ¿entonces qué soy?

Ásatrú. ¿Ásaqué? Ásatru.

El Ásatru es una religión neopagana nórdica. Esto significa muchas cosas, y hay que ir por partes para entender.

Primero, una aclaración inicial: NO ES MI INTENCIÓN convertir o cambiar las creencias de nadie. No necesito que nadie esté de acuerdo con lo que voy a escribir a continuación. Si alguien considera que su fe no es lo suficientemente fuerte como para conocer las creencias de alguien más sin que se le mueva la alfombra (o considera que su amor/amistad/respeto/lealtad/tolerancia/caridad no es lo suficientemente fuerte como para conocer las creencias de otro sin molestarse), les aconsejo que dejen de leer.

A darle, pues:

¿Cómo se come esto de “religión neopagana nórdica”?

Primero, es “religión” porque es un sistema de creencias más o menos ordenadas que le permite a quien libremente decide aceptarlo, relacionarse con “lo sagrado”. Segundo, es “neopagana” (énfasis en lo de neo) porque busca expresar esta relación a través de la reconstrucción, adaptada a nuestros tiempos, de mitos, creencias y rituales antiguos. Tercero, es “nórdica” porque, en este caso en particular (a diferencia del neopaganismo celta, las religiones hinduistas, la religio romana y otras varias que se han ido reconstruyendo con el tiempo) reconstruye los mitos de los pueblos que habitaron Escandinavia alrededor del año 1,000 de nuestra era.

¿Eso qué quiere decir? ¿Que crees en muchos dioses?

No… y sí.

Lo primero que habría que decir es que en general, los Ásatrú no tenemos “Papa”, y que por lo tanto, entre quienes practican en grupo (yo todavía no encuentro uno que me convenza) hay muchas corrientes, unas más organizadas que otras. Pero en general:

El universo está compuesto de muchas fuerzas que se interrelacionan. Aunque uno no puede decir que no están movidas por una misma voluntad consistentemente, si vemos estas fuerzas con más cuidado, quizá notemos que las mismas no sólo no parecen moverse todas en una misma dirección, sino que se encuentran, chocan, cambian, se mueven… y a veces, hasta se contraponen. Casi todas las religiones reconocen que hay un algo (dimensión, dios/a, dioses, marcianos…) detrás de estas fuerzas, y dicen que esas fuerzas son “sagradas”. Después, reconocen la existencia de deberes frente a lo “sagrado”; algo así como “me doy cuenta que eso es más grande/importante que yo; que dependo de él. Voy a (i) tratar de entenderlo, (ii) ver si le intereso y (iii) (dependiendo de cómo se responda a la pregunta (ii)) agradarle/ no meterme con él / no molestarlo.”

Si esta es la base de una religión, entonces la relación con lo sagrado depende, más que de lo sagrado en sí mismo, de cómo creemos que es lo sagrado. Así, las diferencias entre una religión y otra, se deben no tanto a los dioses, sino a los atributos de los dioses. Si Dios es uno, entonces la naturaleza debe moverse toda como un sistema, y si son muchos, no; si Dios está dentro de mí, entonces yo participo de lo sagrado y hasta cierto punto soy sagrado; si Dios está fuera de mí, no. Etcétera.

Luego viene un segundo paso: El hombre se da cuenta que no sólo es sagrada la fuerza que hace que salga el Sol todos los días, o la que hace que restalle el trueno; también hay cosas que deben ser sagradas porque el hombre las aprecia a veces más que a su propia vida. La familia, la lealtad, la justicia, el amor…

El hombre, de un modo u otro, le atribuye también algunas o todas estas características a lo sagrado. Puede hacerlo dividiéndolas (ej. Todo lo “sagrado-bueno” va de este lado, y todo lo “sagrado-malo” va de este otro; surgen así las religiones dualistas y las filosofías maniqueas; o “sólo lo bueno es sagrado”; surgen así los tres grandes monoteísmos.)

Cuando ya se tiene un concepto de lo sagrado, es decir, cuando se define qué es sagrado, entonces nace una relación con lo sagrado, que con el paso del tiempo se puede volver mito o historia. Será mito cuando no se conozcan sus bases reales y sea una explicación alegórica o mágica sobre el origen de las cosas, e historia cuando responda a hechos concretos y verificables. En el judeocristianismo, es mito que el mundo surgió en 7 días (una explicación mágica que ilustra, sin embargo, la existencia de grados de jerarquía en la Creación) y es historia la existencia de un Rey Salomón. Es historia la existencia de un profeta condenado a muerte llamado Jesús, al que los griegos después llamaron Cristo, que murió crucificado en Judea, y que después se dijo que resucitó. Su resurrección como tal, sin ser por ello falsa, es mito, porque su función no es histórica sino explicativa: Si Jesús resucitó, el cristiano puede aspirar a resucitar.

Para contestar a la pregunta: Como hay muchas fuerzas y no todo lo sagrado se comporta igual, creo en que para relacionarme mejor con lo sagrado, necesito dividirlo en “imágenes” que me ayuden a entender mejor cada uno de sus aspectos. El cristianismo hace algo parecido cuando se plantea que Dios es tres personas en una. Las “imágenes” que tomo, se nutren de los mitos nórdicos por varias razones, desde cultura (no puedo ser hinduista si no sé cómo entender o relacionarme con un monsón; sí puedo, en cambio, entender una tormenta de nieve) hasta gustos.

Una razón destaca en especial:

Si bien los Ásatrú no estamos todos de acuerdo en todo, hay una cosa en la que en general, coincidimos. Y es nuestra ética. Después de haber leído varios de los textos en los que se narran los mitos nórdicos –notoriamente, las Snorri Eddas- y haber quitado de las mismas ciertas extrapolaciones que vienen del hecho de que estos textos se escribieron después del triunfo del cristianismo en Islandia, los escritores que se dieron a la tarea de empezar la “reconstrucción” de estas religiones antiguas (recordemos aquello de “neopagano”), reconocieron que las siguientes “Nueve Nobles Virtudes” eran casi universalmente aceptadas como sagradas y bien vistas por todos los dioses. Son:
·        Valor,
·        Honestidad,
·        Honor,
·        Fidelidad,
·        Disciplina,
·        Compasión,
·        Laboriosidad,
·        Independencia, y
·        Perseverancia.

La mayoría de los Ásatrú también reconocemos el valor de la familia y la amistad como cosas sagradísimas (véase el Havamal), y aceptamos la “regla de oro” de la reciprocidad (reconocida en la mayoría de las religiones de una u otra manera), de “tratar a otros como quieras que te traten”. Por razones históricas, como regla general tendemos a rechazar la discriminación hacia grupos por criterios excluyentes, aunque tristemente algunos, movidos por un “rencor” histórico al cristianismo o por un nacionalismo mal entendido, rechazan a grupos cristianos o a personas de países u orígenes étnicos no nórdicos. La posición de la mayoría de los grupos organizados de Ásatrú en el mundo es de rechazo hacia los grupos que adoptan estas ideologías intolerantes.

Como algunos quizá ya se habrán dado cuenta, esto significa que aunque los vikingos hayan sido famosos por sus saqueos y violaciones, la observancia de estas virtudes implica que ustedes y sus carteras no corren peligro en mi presencia. Al contrario; si bien no tenemos exigencias absurdas en cuanto a sexualidad por ejemplo, sí tenemos la obligación de ejercerla de forma responsable y consensual por honor, por respeto a nosotros mismos y a nuestra pareja. En cierto sentido, este sistema, orientado en torno a virtudes, y no a mandamientos que se cumplen mediante la mera abstención (ej. “no mentirás”; el mudo y el autista ya cumplieron…) puede resultar hasta más exigente que el cristianismo en las cosas verdaderamente importantes.

¿Qué onda con eso de que los Nazis eran Ásatrú?

Poco después de la Primera Guerra Mundial, Adolf Hitler perteneció a un grupo denominado “la Sociedad Thule”, que combinaba filosofía de Nietzsche con ciertas creencias paganas nórdicas y un nacionalismo militante mal entendido y excluyente.[1] Con el paso del tiempo, Hitler cobró mayor influencia dentro de éste y de muchos otros grupos que en la época promovían el regreso al nacionalismo militante alemán de antes de la Guerra. Eventualmente, el grupo fue dominado por los Nazis y disuelto.

Algunos de los grupos aislados de Ásatrúar (el plural correcto) discriminadores a los que me referí en la pregunta anterior afirman que éste es el origen moderno de la religión Ásatrú; en mi opinión (y creo que en la de la mayoría de los Ásatrúar) se equivocan. Por desgracia, como siempre lo malo hace más ruido que lo bueno, muchos grupos de atención a minorías en diversos lugares del mundo han hecho señalamientos equivocados sobre los Ásatrúar, en algunos casos provocando desinformación que incluso ha trascendido a agencias de policía en gobiernos. Hoy en día, distintos grupos Ásatrúar gozan de reconocimiento oficial en países como Islandia, Estados Unidos, Inglaterra y Suecia. En Estados Unidos, inclusive, tiene una sección dedicada a los Ásatrúar en el manual de capellanes de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Actualmente, un Concejal de la ciudad de Nueva York –Daniel J. Halloran - es Ásatrú. Se le reconoce como un importante promotor de la libertad religiosa en el distrito para el que fue electo.

¿Rezan? ¿Qué celebran y cómo?

La mayoría de nosotros celebramos ciertas fechas que tienen que ver con acontecimientos naturales (equinoccios, solsticios…) con relativa solemnidad. Todos rezamos, pero no es necesario que lo hagamos diario (aunque yo suelo hacerlo.) Nuestras principales celebraciones son el blót (en esencia, un brindis a los Dioses, que puede hacerse con alcohol o jugo, donde lo que queda al final del vaso se derrama a la tierra en ofrenda a los Dioses, mientras se recuerdan sus virtudes y se agradece/pide por los temas de ese día) y el sumbel (un brindis entre los miembros de una misma comunidad Ásatrúar, en el que las palabras de los presentes se consideran sagradas. Las promesas que se hacen en un sumbel son juramentos hechos en presencia de los Dioses.) Dado que no tengo “comunidad” Ásatrúar (aún), suelo rezar una especie de combinación de los dos por el momento.

¿Hay magia/esoterismo en el Ásatrú?

La respuesta quizá dependa de la definición de “magia” o “esoterismo”. Para muchos, la sola pertenencia a una religión politeísta (aunque sea con los matices descritos en la respuesta a la pregunta 1) implica “magia” o “esoterismo”. Yo personalmente, al rezar, hablo con lo sagrado que está en la tierra, con los “Dioses” como “imágenes” de virtudes (justicia, honor, previsión) y de cualidades de la naturaleza (fertilidad, vitalidad), aunque les ponga nombres. Ciertamente, no creo que un noruego lanzando un martillo provoque truenos, pero sí siento que la fuerza que los provoca está asociada con “fortaleza” e “ímpetu” como características humanas, y en consecuencia, soy receptivo a los “mensajes” que ciertos fenómenos naturales –cuando suceden en situaciones bien concretas- pueden encerrar para mí.

Hay formas de “magia” (el galdr y el seid) propias de los Ásatrúar. La mayoría tiene más que ver con fenómenos psicológicos como el trance y otros estados alterados de conciencia que con genuina evocación de espíritus.

Existe una creencia más o menos generalmente aceptada en el Wyrd, que no es exactamente un destino, sino más bien, la forma en que la interacción contínua de todo lo que existe modifica la realidad; son leyes de causalidad. (“Si yo hago x, A, que es una persona con estas características, probablemente actúe haciendo y. Sigue quedando en mí la decisión de hacer x o no. Habrá consecuencias en cualquiera de los dos casos.”) Algunos Ásatrúar (yo no) consideran que la lectura de las runas nórdicas originales siguiendo ciertos ritos puede ayudarlos a percibir su Wyrd; aunque yo no lo he practicado, pienso que puede ser un ejercicio de reflexión útil, pero nunca aceptaré una “predicción” como destino dado, en primera porque simplemente no lo creo, y en segunda porque lo que he conocido de la creencia Ásatrúar no acepta la predestinación.

Quiero saber más.

¡Pregúntame!


Y aquí hay otro: